jueves, 30 de agosto de 2012

Juan Salvador Gaviota


¿Libro de superación o de crítica religiosa?

Esta obrita del aviador y escritor Richard Bach, publicada originalmente en 1970, fue todo un hito en su tiempo, muy semejante a lo que produjo hace unos años “El Código Da Vinci”, de Dan Brown, aunque con otra temática y un estilo muy diferente. Su título en inglés fue “Jonathan Livingstone Seagull”, y en los países de habla hispana se le cambió por “Juan Salvador Gaviota”, pero en ambos casos se guarda la misma esencia: la de un heroico pájaro que ayuda a sus congéneres a alcanzar la realización total.

La novelita es muy motivadora, pues exhorta al lector a superar toda clase de barreras en la vida y proyectarse hacia la grandeza; pero lo hace mediante la historia de Juan Salvador Gaviota, un ave que descubre su gran potencial, que no se conforma con ser como las demás y la cual hasta llega a abandonar a su parvada con tal de lograr el éxito. Pero no es un ave egoísta, porque una vez que ha alcanzado la “iluminación”, regresa con los suyos para ayudarlos alcanzar lo mismo que él.

Esto es lo mejor que podemos sacar de la novela de Bach, porque aparte de su mensaje de superación, el autor maneja muy sutilmente una crítica religiosa contra el cristianismo y una apología de las ideas de la New Age.

El libro se divide en tres partes, la primera se limita a contar las aventuras del joven Juan Salvador sin referencia a ideología alguna. Pero en la segunda parte, Bach introduce abiertamente sus ideas: promueve la telepatía y la reencarnación; dice que el cielo (entiéndase el cielo cristiano), no existe; que hay que olvidarse de la fe, porque las gaviotas (léase los seres humanos) son perfectas.

La crítica de la tercera parte es aún más directa, Bach a través de su personaje rechaza los rituales y las leyes; dice que todos somos divinos, que somos bondadosos y que podemos construir el cielo (¿…?) Menciona, además, los nombres de las gaviotas que siguen al heroico iluminado, todas ellas con nombres alusivos al cristianismo: Rafael, Pedro Pablo, Enrique Calvino, Martín Alonso (¿Lutero?), Esteban Lorenzo y María Antonio. Y si a estas alturas alguien ya descubrió a quién representa “Juan Salvador”, pues está en lo cierto, con tales seguidores ¿quién más podría ser…?

Hacia el final de la historia hay un diálogo que no puede ser más claro: se desarrolla entre Juan Salvador y la gaviota Pedro, ésta le dice que en la bandada dicen que aquél debe ser el Hijo de la Gran Gaviota, y que si no lo es, entonces es alguien que se adelantó mil años a su tiempo. Entonces Juan Salvador le responde:
—¿Qué piensas tú, Pedro?

Por último, y después de adiestrar a Pedro para ser su sucesor, Juan Salvador le dice a su discípulo:
—No dejes que se corran rumores tontos sobre mí, o que me hagan un dios. ¿De acuerdo, Pedro? Soy gaviota.

Sin comentarios. Mejor los dejo con el “Ave María”…

JUAN SALVADOR GAVIOTA
Richard Bach
Buenos Aires: Javier Vergara Editor, 1995
95 págs.

miércoles, 29 de agosto de 2012

No es el fin del mundo

¿Un diluvio al desamparo de Dios?

Esta novelita de Geraldine McCaughrean parece cándida e inocua en su presentación y temática, pero es una verdadera bomba teológica, una de las críticas religiosas más fuertes e inteligentes que he leído. La presentación de la contraportada la resume así:

«En los tiempos del Diluvio Universal un hombre con su familia creen seguir los designios de Yahvéh al embarcarse en un arca, dejando a su suerte a muchas personas que les piden ayuda para no perecer. Pero su viaje a la salvación se convertirá en un infierno».

Y precisamente esta sinopsis fue la que enganchó para adquirir y leer esta libro, pues aborda el famoso episodio bíblico desde una perspectiva heterodoxa y alternativa, con lo cual la autora ofrece un testimonio de cómo se leen estas historias sin las claves de la hermenéutica religiosa tradicional, por no decir fundamentalista.

Ya de entrada, la novela sorprende al lector porque la historia es contada por “Timna”, la hija de Noé (¿?), la cual irá narrando las aventuras, o mejor dicho desventuras, de la familia a bordo del arca: Noé, Naamá (esposa de Noé), Sem, Cam y Jafet, sus respectivas esposas: Basmat, Sara y Zila, y dos niños que furtivamente logran embarcarse: Kittim y la bebé Adalía.

En este periplo Dios no aparece por ningún lado, el relato da la impresión de que ha abandonado a estos viajeros a su propia suerte, aunque en cierta forma está representado en el personaje de Noé. Éste es retratado como un religioso fanático, autoritario y cruel, que raya en la demencia, el cual no se compadece un ápice por las desgracias de, ya no digamos la humanidad que sucumbe, sino de sus propios vecinos que le piden ayuda para subir al arca y ponerse a salvo. Sus hijos actúan como sus sirvientes sumisos, y sus esposas son unas mujeres desgarbadas y quejumbrosas.

La única persona que tiene un mínimo de sensibilidad es Timna, la cual hace todo lo posible para ayudar a náufragos que se acercan al arca en busca de ayuda. El relato es sumamente acre al describir las ocasiones en que algunos barcos se acercan al arca, Noé y sus tres hijos los rechazan con golpes, palos y maldiciones, hasta mandarlos a la perdición del océano. Pero en uno de esos encuentros Timna logra asir a un niño y un bebé, a quienes pone a salvo escondidos entre las jaulas de los animales.

El preservar a los animales es otro de los problemas que deben librar los tripulantes del arca, trabajo extenuante y de locos, que los lleva a la desesperación. Timna hasta llega a preguntarse por qué querría Dios salvar a unos feos monos en lugar de artesanos, poetas y gente productiva de su ciudad.

El clímax de la novela se alcanza cuando los hermanos de Timna descubren que ésta ha escondido a dos niños en el arca, esto pone de cabeza a la tripulación y lleva a Timna a tomar una decisión trascendental que la alejará para siempre de su familia, pero le permitirá a ella y a “sus niños” comenzar una nueva vida, una nueva humanidad.

El tratamiento de esta historia no debe incomodarnos ni escandalizarnos, pues hay que tomar en cuenta los atrevimientos y las licencias literarias que un autor se toma para crear una obra de ficción, aun cuando su tema sea tenido por sagrado e intocable. Y al ver precisamente más allá de su aspecto formal, podemos descubrir su valor: Geraldine McCaughrean lleva al extremo lo inapropiado (por decirlo de una manera decente) que resulta una interpretación literalista de la Biblia, particularmente de sus partes alegóricas. Una hermenéutica fundamentalista no hace honor al texto sagrado ni mucho menos honor al Dios de la vida y el amor. La Biblia ha de interpretarse a la luz de lo que es este Ser supremo y perfecto, y no definir a este Ser a partir de una estrecha hermenéutica bíblica de un texto que de por sí es polisémico.

El Diluvio Universal es justamente un mito universal, pero no por ello falso, sino que en clave alegórica registra que en un pasado remoto la humanidad sufrió cataclismos que diezmaron su población  y pusieron en peligro su permanencia en este planeta. Pero en medio del caos brilló la esperanza, porque el Creador levantó a “Noé”, nombre que significa: “consuelo”, puesto que consoló al remanente humano, le permitió repoblar la tierra y seguir perviviendo; dejando un hermoso emblema en los cielos: el arco iris, el cual nos recuerda que Dios está con nosotros y que él es amor.

No es el fin del mundo
Geraldine McCaughrean
México: Alfaguara, 2007
239 págs.

martes, 28 de agosto de 2012

Libros sagrados de las religiones



Todas, o casi todas, las religiones de la tierra apelan a un texto sagrado como norma de fe y conducta, aquí te presento los libros más famosos y las religiones a las que pertenecen:

  • Apócrifos del Antiguo Testamento (Judaísmo esotérico)
  • Apócrifos del Nuevo Testamento (Cristianismo  esotérico)
  • Bhagavad Gita (Hinduismo)
  • Biblia (Cristianismo)
  • Cábala (Judaísmo esotérico)
  • Corán (Islam)
  • Curso de Milagros (New Age)
  • Dianética (New Age)
  • El Principio Divino (Iglesia de la Unificación)
  • Epopeya de Gilgamesh (Babilonios)
  • I-Ching (Confucianismo)
  • Libro de los Espíritus (Espiritismo)
  • Libro de Mormón (Mormones)
  • Libro de Urantia (New Age)
  • Libro Egipcio de los Muertos (Egipcios antiguos)
  • Libro Tibetano de los Muertos (Budismo)
  • Mahabharata (Hinduismo)
  • Popol Vuh (Mayas)
  • Ramayana (Hinduismo)
  • Rig Veda (Hinduismo)
  • Talmud (Judaísmo ortodoxo)
  • Tanak (Judaísmo)
  • Tao Te King (Taoísmo)
  • Tripitaka (Budismo)
  • Upanishads (Hinduismo) 


lunes, 27 de agosto de 2012

Dios y los escritores mexicanos

Es un libro muy especial que recoge las entrevistas realizadas por la autora, Adela Salinas, a veintiún escritores mexicanos, fue realizado en 1997 y desfilan en sus páginas autores de la talla de Vicente Leñero, Elena Poniatowska, Ikram Antaki y Carlos Monsiváis. Como es evidente, su valor radica en que presenta la diversidad de creencias de los intelectuales 
mexicanos contemporáneos (aunque algunos ya se han ido) acerca de Dios, la religión y lo trascendente.

Este no es el primer libro de entrevistas religiosas a celebridades en nuestro país, existe una obra anterior, de 1975, titulada: “Cien mexicanos y Dios”, de Joaquín Antonio Peñalosa; con las diferencias de que en éste se entrevistan a personajes de todo tipo, como cantantes, actores, periodistas, etc., y que las entrevistas se realizaron por escrito y no en vivo como en libro de Adela Salinas.

“Dios y los escritores mexicanos” es para mí, como teólogo, un verdadero deleite, y creo que lo puede ser para toda persona interesada en religión. Los escritores entrevistados en este trabajo son todos de nacionalidad mexicana, la mayoría de nacimiento y otros por decisión propia, pero, como era de esperarse, no todos comparten las mismas creencias ni proceden de una sola tradición religiosa. Carlos Monsiváis, por ejemplo, era de cuna protestante; Ikram Antaki de la iglesia griega ortodoxa y Sandro Cohen, del judaísmo.

El libro da cuenta, también, de conversiones y sincretismos asombrosos que muestran que las creencias se mueven en flujos, contracorrientes y olas tempestuosas: Elsa Cross era judía y se convirtió al hinduismo; Josefina Estrada era católica y se volvió judía; Javier Sicilia, poeta católico, navega en el misticismo oriental; Agustín Cadena, también católico, se inclina a beber de las aguas del Islam; Ricardo Garibay se torna agnóstico, pero con deseo de creer; y José Agustín experimenta lo religioso en las drogas psicodélicas, el I Ching, el esoterismo y los sueños.

Las opiniones que expresan los autores entrevistados son de lo más heterodoxas y variopintas que uno se pueda imaginar, desde un Monsiváis para quien Dios es una experiencia personal, pasando por una Poniatowska que dice que reza diez Ave Marías mientras pedalea su bicicleta fija, no porque sea muy religiosa, sino porque eso le indica que ya ha hecho 5 minutos de ejercicio, hasta un Garibay quien ante el ánimo de la autora que le dice que un escritor como él se inmortalizará en sus libros, contesta: "¡Y a mí qué carajos me importa que se vaya a quedar toda mi obra, si no estoy yo, ni siquiera sabré que es mi obra!"

Así, vemos que “Dios y los escritores mexicanos” es una invitación a escuchar a importantes intelectuales de nuestro país, creadores de gran parte del arte y el pensamiento contemporáneo, a entrar en un área muy privada de su ser, que la mayoría de las personas se reserva casi como un tabú: sus creencias religiosas; opiniones que nos pueden incomodar o ruborizar, pero lo que sí es seguro es que nos harán reflexionar y reexaminar nuestra propia fe.


DIOS Y LOS ESCRITORES MEXICANOS
Adela Salinas
México: Nueva Imagen, 1997
310 págs.

En busca de nuestras huellas

HACIA LA PAZ ENTRE LAS RELIGIONES

"En busca de nuestras huellas" es un documento muy valioso escrito en 1999 por Hans Küng, quien es uno de los más grandes teólogos católicos de nuestro tiempo. Su obra trata, como lo reza el subtítulo, sobre “la dimensión espiritual de las religiones del mundo”, y los temas que aborda son:

1. Religiones tribales. 
2. Hinduismo. 

3. Religión China.
4. Budismo.
5. Judaísmo.
6. Cristianismo.
7. Islam.

El libro se basa en una serie de la televisión alemana, la cual fue conducida por el mismo Hans Küng, resultado de una investigación de muchos años y de un viaje que el autor hizo alrededor del mundo.

En la introducción de su libro, Küng expresa la importancia de conocer el mundo de las religiones, dice: «hoy en día hay que ser competente no sólo en materia de economía, cultura y sociedad sino también en materia de religión» (p. 19). Expresión que me gusta porque tiene mucha razón, vivimos en un mundo en el que a la par de los grandes desarrollos tecnológicos y culturales, conviven toda clase de expresiones religiosas, desde las históricas, que son tratadas en este libro, hasta los nuevos movimientos religiosos surgidos en los últimos años. Así que cualquier persona que se precie de culta, o mínimamente informada, no puede darse el lujo de privarse al menos de un conocimiento básico sobre las religiones que hoy perviven en el mundo.

En esta obra Küng tiene como propuesta principal el entendimiento mutuo entre las religiones del mundo, la cual se base en una ética universal, y para evitar que alguien piense que se trata de un ecumenismo que busca la unificación religiosa, Küng aclara: «la meta de un entendimiento a nivel mundial entre las religiones no puede ni debe ser una religión universal unitaria. De todos modos, una religión de ese género no se vislumbra en ningún lugar de la Tierra»; y agrega que la meta de un entendimiento interreligioso mundial ha de ser una ética común a la humanidad. Luego, Küng desarrolla una serie de postulados áureos que vale la pena aquí citar:

«No hay paz entre las naciones sin paz entre las religiones.
No hay paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones.
No hay diálogo entre las religiones sin normas globales éticas.
No hay supervivencia de nuestro globo sin una ética global,
sin una ética universal» (p. 23).

Como podemos ver, Küng no sólo escribe como teólogo, sino también como un pastor que busca ejercer un ministerio curativo para los problemas actuales que aquejan al mundo, entre los cuales, lamentablemente, están los conflictos religiosos, propagados por fundamentalistas y fanáticos que olvidan que el primer postulado de toda teología o doctrina religiosa, es el entendimiento de que Dios es paz y amor. Así que, recomiendo ampliamente este libro de un gran pensador y promotor de la paz mundial.

EN BUSCA DE NUESTRAS HUELLAS
Hans Küng
México: Random House Mondadori, 2007
446 págs.

¿Se puede probar que Dios existe?

LOS ASTRÓNOMOS EN BUSCA DE DIOS


Este es un interesante libro escrito por el periodista norteamericano Fred Heeren en 1997; su título original es “Show Me God”, y trata, como lo expresa el subtítulo en inglés, sobre el mensaje que el universo nos está dando acerca de Dios. 

Heeren es un escritor evangélico, pero como periodista ha mostr
ado ser un especialista en los temas de la astronomía, de hecho ha sido llamado “el único reportero cósmico del mundo”. Su tesis en este libro es básicamente demostrar que la ciencia y la Biblia no se excluyen, sino que armonizan, y en particular la teoría más sensacional de la astronomía, que es la del Big Bang, calza perfectamente con la enseñanza de la Biblia.

Heeren exhorta a los cristianos fundamentalistas a dejar de satanizar las teorías de la ciencia moderna y reconocer lo que Dios está revelando hoy a través de los trabajos científicos. Dice:

«Algunas personas creen que la Biblia ha de ser la única fuente de revelación de todas las verdades. Esta exclusivista postura frente a la revelación conduce a pensar que la ciencia es del demonimo y que todo cuanto necesitamos conocer es la Palabra de Dios, mientras que tratar de obtener conocimiento de otras fuentes es pecado. Esta actitud va en contra de las Escrituras mismas, puesto que el Salmo 19,1-4 y la epístola a los Romanos 1,9-20 nos dicen, sin ambages, que Dios también nos habla a través de la creación. Sobre la entrada al antiguo laboratorio de Cavendish, en Londres, se encuentra inscrito el versículo 2 del Salmo 111: “Grandes son las obras del Señor, estudiadas por quienes se deleitan en ellas”» (pp. 198-199).

En cuanto al debate sobre la antigüedad del universo, Heeren cuestiona el literalismo bíblico de muchos evangélicos, quienes creen que la Tierra no tiene más de 10 mil años de antigüedad. En contraste, enfatiza el hecho de que hoy la ciencia ha demostrado de manera indubitable que nuestro planeta y universo tienen miles de millones de años de existencia, lo cual está de acuerdo con la Biblia, si la interpretamos apropiadamente, ya que tanto el relato del Génesis, como diversos pasajes bíblicos, nos dan a entender que la creación fue un proceso monumental y prolongado que tardó muchos años y la cual se desarrolló en etapas progresivas.

Heeren reconoce que la Biblia no es un libro científico, sin embargo, señala que contiene declaraciones asombrosas en pasajes que parecen respaldar postulados de la ciencia como las leyes de la termodinámica, la teoría de la relatividad, el Big Bang y la expansión del universo.

El libro de Heeren contiene también una sección que es un verdadero deleite para el intelecto, se intitula: “Cincuenta creyentes que estuvieron a la cabeza de la ciencia”, en ella presenta en orden alfabético a los científicos más ilustres de la historia que han sido creyentes en Dios, ofreciendo algunos datos de los personajes, así como citas de opiniones que tuvieron acerca de la fe. En esta galería desfilan personajes como Robert Boyle, Georges Cuvier, Michael Faraday, Johannes Kepler, G.W. Leibniz, Carlos Lineo, Gregorio Mendel, Isaac Newton, Blaise Pascal y Louis Pasteur.

“¿Se puede probar que Dios existe?”. La repuesta a la interrogante de este libro dependerá de lo que uno quiera por pruebas. Heeren y muchos científicos citados en esta obra, incluido Einstein que aparece en otra sección, apuestan a que sí se puede probar, porque las obras del universo así lo demuestran, pero sobre todo por la experiencia personal que cada quien puede tener con este maravilloso Creador.


¿SE PUEDE PROBAR QUE DIOS EXISTE?
Fred Heeren
México: Grijalbo, 2000
418 págs.

Barrabás

CAUTIVANTE Y LIBERADORA

La novela “Barrabás”, de Par Lagerkvist, me resultó cautivante y liberadora (si se me permite la paradoja), su autor se ganó en 1951 el premio Nobel de Literatura, tan sólo por esa obra, así que chequen el dato, aquí les comparto una probadita del pastel: 

«El procurador (…) examinó en el reverso de la placa la inscripción secreta. “Christos Jesus”, leyó. Sahak y Barrabás se sorprendieron de que 
pudiera leer los signos, descifrar así el sagrado nombre de Dios.

— ¿Quién es? —preguntó.
— Es mi Dios —repuso Sahak con voz algo trémula (…)
— ¿Es el Dios de tu tierra natal?
— No —contestó Sahak—. Es el Dios de todos los hombres.
— ¿De todos los hombres? ¿Qué dices? No está mal (…) Debe de tener entonces cierto poder. Pero ¿en qué lo basa?
— En el amor.
— ¿El amor?... A fe mía, ¿por qué no?
(…) Luego se puso delante de Barrabás y, dando vuelta del mismo modo la placa de este último, preguntó:
— ¿Y tú? ¿Crees tú también en ese Dios de amor?
Barrabás no contestó.
— Habla. ¿Crees en él?
Barrabás meneó negativamente la cabeza.
(…) El romano pareció sorprendido.
— No comprendo —dijo—. ¿Por qué llevas entonces ese “Christos Jesus” grabado en la placa?
— Porque yo quisiera creer —contestó Barrabás, sin alzar la mirada hacia ninguno de los dos.»



BARRABÁS
Par Lagerkvist
Madrid: Ediciones Encuentro, 1994
115 págs.

El destino del hombre contemporáneo

BERDIAEF: UN PROFETA RUSO DEL SIGLO XX

Después de la Biblia, “El destino del hombre contemporáneo”, del escritor ruso Nicolai Berdiaef, es uno de los libros que más ha influido en mi pensamiento; lo leí por primera vez cuando tenía como dieciocho años. En ese entonces estaba en mi “primer amor” en la fe cristiana, pero al mismo tiempo tenía muchas preguntas acerca de la religión. Había leído y escuchado muchos argumentos en contra del cristianismo, y los que más me perturbaban eran aquellos que lo acusaban de no tener nada que ofrecer para la transformación social del mundo, aquellos que criticaban el mensaje evangélico por poner su énfasis en el cielo y no en la tierra. Esa crítica religiosa me inquietaba y me molestaba, porque desde muy joven me sentí identificado con las causas sociales, anhelaba, como muchos jóvenes de mi generación, la justicia y la paz en el mundo; pero cuando abracé de lleno el cristianismo no sabía exactamente cómo armonizar ambas cosas: lo espiritual y lo social, y fue entonces cuando Dios puso en mi camino a Berdiaef, autor al cual desde entonces he amado y admirado.

El libro estaba afuera de un templo evangélico que visité, en una mesa de libritos religiosos, no me explico cómo fue a parar ahí, porque para empezar no es de un autor protestante, sino de la iglesia ortodoxa rusa; y para continuar, no es un libro devocional ni de doctrina cristiana, sino una obra de filosofía existencial, pero eso sí, muy desde la perspectiva cristiana. El caso es que me llevé el librito a casa y su lectura me llenó, me apasionó, y lo que es mejor, satisfizo las preguntas de mi mente. Nunca había leído algo igual, cada palabra que expresaba Nicolai Berdiaef me atrapaba y deleitaba, era como si me encontrara ante un poder espiritual muy fuerte que poco a poco, y con gran sutileza, me seducía. Hoy entiendo que esa experiencia se debía, lo cual no asimilé sino hasta tiempo después cuando adquirí otras obras del mismo autor, a que estaba ante un profeta verdadero, un profeta del siglo XX.

Nicolás Berdiaef (o 
Berdyaev, o Berdiaev) nació en 1874, en Kiev, y murió en 1948, en París. Fue un gran filósofo que luchó junto con los comunistas en la revolución rusa de 1917. Poco después fue profesor en la universidad de Moscú, pero en 1922 fue expulsado de Rusia por enseñar filosofía cristiana; y fue precisamente en el exilio donde desarrolló el resto de su obra, convirtiéndose así en uno de los padres del “existencialismo cristiano”.

Su libro “El destino del hombre contemporáneo” fue escrito en 1934, poco antes de la segunda guerra mundial, y desde su primera página deja escuchar la voz de un profeta, dice: «Experimento con más intensidad que nunca la sensación de que, para el mundo, se avecina una era tenebrosa y oscura, semejante a la que hubo al comienzo de la formación de la Edad Media… Pero a través de la noche alumbran las estrellas y renace la luz» (Edición Pomaire, 1967, p. 9).

En planteamiento del libro es una crítica a todos los sistemas humanos, incluido el cristianismo institucionalizado, y la propuesta de una espiritualidad nueva, basada en un cristianismo humanista y transformador. Su primera crítica va contra la historia, la cual se ocupa del hombre colectivo y no del ser individual, porque Berdiaev está, ante todo, en defensa del valor del alma humana; él dice: «El hombre ha sido aplastado por la historia; siempre ha sido aplastado por ella. La historia ha sido el destino del hombre, pero el destino del hombre nunca ha interesado a la historia» (p. 11). Y un poco más adelante expresa: «Para el cristianismo, un alma humana en cierto sentido significa más y vale más que toda la historia con sus imperios, guerras, florecimiento de civilizaciones y revoluciones» (p. 14).

Berdiaev enseguida pasa a criticar la más grande de las perversiones humanas: la guerra; crítica que me parece una de las más profundas y reveladoras que se han hecho. El profeta-filósofo dice: «La guerra mundial y los procesos revolucionarios subsiguientes han tenido… un significado metafísico en el destino del hombre. Los cimientos mismos de la existencia humana han sido removidos. La guerra mundial ha liberado toda la maldad, toda la rabia y el odio acumulados durante la existencia del hombre; ha objetivado la maldad que antes permanecía escondida, disimulada en lo subjetivo, sin aparecer en lo objetivo. La guerra ha mostrado la mentira de nuestra civilización» (p. 15).

Y conste que Berdiaev se refería aquí a la primera guerra mundial, porque aún no había sacado su cabeza a flote el monstruo de la segunda hecatombe. Luego, el filósofo cristiano expresa algo aún más revelador sobre los daños de la guerra, dice: «Incluso después de la guerra el hombre permanece movilizado, sigue cumpliendo el servicio militar; ha sido dado vuelta de adentro hacia afuera y arrojado a la sociedad, al Estado, a la nacionalidad, a la clase; es parte del mundo objetivado. Ha perdido el derecho de permanecer dentro de él mismo, en su existencia interior, y el de enjuiciar desde dentro de sí mismo su posición ante el mundo y los hombres. Lo más sorprendente es que el hombre de las generaciones de postguerra ha encontrado gusto en ello; no se siente violado, al contrario, él mismo está deseando violar. La guerra ha formado violadores» (pp. 15-16).

El resto del discurso de Berdiaef sigue en esta tónica, en la cual subyace el pensamiento de que «El hombre es el enemigo del hombre» (p. 17); lo cual es una reverberación del “homo homini lupus”, de Plauto, y después de Hobbes. Así ningún sistema social escapa del ojo crítico de Berdiaev, ni se libra de sus sentencias, ante su juicio desfilan:

* Humanismo
* Capitalismo
* Democracia
* Comunismo
* Fascismo
* Técnica
* Paro obrero
* Nacionalismo
* Racismo
* Estatismo
* Cesarismo
* Cristianismo inhumano

A todos esos “ismos”, Berdiaev les dedica varias páginas, en las que arremete sin piedad contra ellos. Emulando al Elías bíblico, combate contra los falsos profetas de la sociedad, a los cuales no sólo exhibe como tales, sino que degolla intelectualmente para que no sigan engañando más. Sin embargo, hacia el final de su discurso, el profeta-filósofo explica la razón de su cruzada iconoclasta, dice: «la caída de muchas divinidades históricas puede significar que el hombre se acerca a la auténtica divinidad, la divinidad entre las divinidades, o sea, se acerca a Dios mismo» (p. 135).

Sus párrafos finales no pueden ser más esclarecedores sobre su ideal de cristianismo auténtico, como un nuevo profeta expresa: «En el mundo hay que descubrir una nueva espiritualidad cristiana; de ella dependerá el destino del mundo y del hombre. Esta espiritualidad no puede ser abstracta, no puede ser una huida del mundo y del hombre; significará el trabajo del espíritu en ambos y sobre ambos» (p. 144).

Y en este cierre Berdiaev lanza una declaración apoteósica para ser escuchada principalmente por los cristianos, dice: «En la espiritualidad antigua el amor hacia Dios era a menudo el desamor hacia el hombre, el repudio al hombre y la maldición al mundo. La espiritualidad nueva solamente puede traer la salvación, en la que el amor a Dios será al mismo tiempo amor hacia los hombres, en la que la liberación del dominio de las fuerzas del mundo será también amor a toda la creación de Dios y donde la vida espiritual del hombre no sólo servirá para cumplir la tarea de la expiación, sino también para realizar un trabajo creador en el mundo» (p. 145).

Y para que nadie interprete mal sus palabras, pensando que esta filosofía es mero humanismo disfrazado de cristianismo, Berdiaev agrega: «Para el cristianismo este proceso de humanización no es exclusivamente humano, sino que es un proceso divino-humano. El hombre puede ser redimido exclusivamente a través del humanismo-divino, en Cristo y en el cuerpo de Cristo… Un nuevo día nace para el cristianismo en el mundo» (p. 146).

Al leer a Berdiaev no me queda duda de que aún hay profetas hoy, y alabo a Dios porque también a través de ellos habla a esta nueva generación.



EL DESTINO DEL HOMBRE CONTEMPORÁNEO
Nicolai Berdiaef
España: Editorial Pomaire, 1967
147 págs.

La Biblia

La Biblia es el libro por excelencia, la obra maestra de la literatura universal, el alimento del espíritu humano, la Palabra de Dios. 

DATOS SOBRE LA BIBLIA: 
* Fue elaborada en un período de 1600 años. 
* Fue escrita por más de 40 autores. 
* En 3 idiomas: hebreo, arameo y griego.
* En 3 continentes: África, Asia y Europa.
* Está compuesta por:
* 2 testamentos.
* 66 libros.
* 1189 capítulos.
* 31,000 versículos.
* 3,000 000 de letras.

LA BIBLIA EN LA HISTORIA:

* Fue el primer documento en ser encuadernado en forma de libro (antes eran pergaminos y papiros, los cristianos inventaron el “códice”, después llamado “libro”).
* La Biblia fue el primer libro que salió de la imprenta de Gutenberg.
* Cristóbal Colón llevaba consigo una Biblia cuando descubrió el nuevo mundo.
* El astronauta James Irvin leyó la Biblia desde la Luna para toda la Tierra.
* Ha sido el libro más traducido, leído, publicado y distribuido en toda la historia (si todas las biblias desaparecieran del planeta, tan sólo de las citas que de ella existen en otros libros, se podría reconstruir completamente).

OPINIONES SOBRE LA BIBLIA:

* Lutero: «La proliferación de grandes bibliotecas distrae al individuo del único gran libro, la Biblia, que debería estar día y noche en manos de todos».
* Kant: «La existencia de la Biblia como un libro para el pueblo es el mayor beneficio que ha experimentado la raza humana».
* Goethe: «Si me metiesen en una cárcel y pudiese llevar conmigo un solo libro, escogería la Biblia».
* Kierkegaard: «Cuando lees la Biblia debes decirte contantemente a ti mismo: Él está hablándome a mí y acerca de mí».
* Gabriela Mistral: «La Biblia es para mí el Libro, no veo cómo puede alguien vivir sin ella».

CURIOSIDADES SOBRE LA BIBLIA:

* Sabbatai Zevi fue un judío del siglo XVI, tenía ideas muy extremas y se proclamó “mesías”, se dice que amaba tanto la Biblia que se casó con ella, en una ceremonia vistió los rollos de la Torá con vestido de novia y la tomó por esposa ante cientos de feligreses reunidos.
* Cuando el novelista Walter Scott estaba en su lecho de muerte, le dijo a su hijo: «¡Dame el libro!» El hijo le preguntó cuál libro quería, el escritor respondió: “¡Sólo hay un libro que puede llamarse “El Libro”: La Biblia».
* La Biblia se puede leer de forma continua y en silencio en 49 horas: se necesitan 38 para leer el Antiguo Testamento y 11 para leer el Nuevo.
* En voz alta, la Biblia se puede leer en 70 horas y 40 minutos.
* Si se leen 4 capítulos diarios, se lee completa en un año.

Y tú, ¿ya la leíste…?