jueves, 10 de julio de 2014

Oración por Marilyn Monroe

ORACIÓN POR MARILYN MONROE

(Poema de Ernesto Cardenal)


Señor
recibe a esta muchacha
conocida en toda la tierra con el nombre de
Marilyn Monroe
aunque ése no era
su verdadero nombre
(pero Tú conoces su verdadero
nombre,
el de la huerfanita
violada a los nueve años
y la empleadita de tienda
que a los dieciséis
se había querido matar)
y que ahora se presenta ante Ti
sin ningún maquillaje
sin su Agente de Prensa
sin fotógrafos
y sin firmar autógrafos
sola como un astronauta
frente a la noche espacial.

Ella soñó cuando niña
que estaba desnuda en una iglesia
(según cuenta el TIME)
ante una multitud postrada,
con las cabezas en el suelo
y tenía que caminar en puntillas
para no pisar las cabezas.

Tú conoces nuestros sueños
mejor que los psiquiatras.
Iglesia, casa, cueva,
son la seguridad
del seno materno
pero también
algo más que eso…

Las cabezas son los admiradores,
es claro
(la masa de cabezas en la oscuridad
bajo el chorro de luz).
Pero el templo
no son los estudios de la 20th Century-Fox.
El templo
—de mármol y oro—
es el templo de su cuerpo
en el que está el hijo de Hombre
con un látigo en la mano
expulsando a los mercaderes
de la 20th Century-Fox
que hicieron de Tu casa de oración
una cueva de ladrones.

Señor
en este mundo
contaminado de pecados
y de radiactividad
Tú no culparás
tan sólo a una
empleadita de tienda.
Que como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su sueño
fue realidad
(pero como la realidad del
technicolor).

Ella no hizo sino actuar según el script
que le dimos.
—El de nuestras propias vidas—.
Y era un script absurdo.

Perdónala, Señor, y
perdónanos a nosotros
por nuestra 20th Century
por esa Colosal Super-Producción
en la que todos hemos trabajado.

Ella tenía hambre
de amor
y le ofrecimos tranquilizantes.
Para la tristeza
de no ser santos
se le recomendó el psicoanálisis.

Recuerda Señor
su creciente pavor
a la cámara
y el odio al maquillaje
—insistiendo en maquillarse
en cada escena—
y cómo se fue haciendo
mayor el horror
y mayor la impuntualidad
a los estudios.

Como toda empleadita de tienda
soñó ser estrella de cine.
Y su vida fue irreal como un sueño
que un psiquiatra
interpreta y archiva.

Sus romances fueron un beso
con los ojos cerrados
que cuando se abren los ojos
se descubre que fue bajo reflectores
¡y apagan los reflectores!
y desmontan
las dos paredes del aposento
(era un set cinematográfico)
mientras el director
se aleja con su libreta
porque la escena ya fue tomada.

O como un viaje en yate,
un beso en Singapur,
un baile en Río,
la recepción en la mansión del
Duque y la Duquesa de Windsor
vistos en la salita
del apartamento miserable.

La película terminó
sin el beso final.
La hallaron muerta
en su cama con la mano en el teléfono.
Y los detectives no supieron
a quién iba a llamar.

Fue como alguien que ha marcado
el número de la única voz amiga
y oye tan solo la voz de un disco
que le dice:
Wrong Number.

O como alguien
que herido por los gangsters
alarga la mano a un teléfono
desconectado.

Señor
quienquiera que haya sido el que ella
iba a llamar y no llamó
(y tal vez no era nadie
o era Alguien
cuyo número no está en el Directorio
de los Ángeles)
¡Contesta Tú al teléfono!



Ernesto Cardenal; Oración por Marilyn Monroe (Managua: Editorial Nueva Nicaragua y Ediciones Monimbó, 1985). Con análisis crítico de Dorothee Solle.

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