EL EVANGELIO DE JESUCRISTO SEGÚN EL LIBRO DE URANTIA
Ángel Sanabria Ibarra
Hace algunos años escuché sobre un cristiano muy devoto, el cual se apartó de la iglesia y de las enseñanzas de la Biblia porque dijo haber encontrado la verdad en un texto llamado El Libro de Urantia. Por esa época yo recibí de regalo precisamente esa obra, por lo que me di a la tarea de leerla para ver de qué se trataba.
El Libro de Urantia es un documento impulsado
por la Sociedad Urantia, fundada en 1950, la cual tiene por misión dar a
conocer este libro y distribuirlo por todo el mundo. Este escrito no da crédito
a ningún autor humano, pues presume ser una revelación divina. No obstante, los
investigadores señalan que el Libro de Urantia fue escrito en 1934 por un
norteamericano llamado Bill Sadler, quien sin embargo insistía en que el libro
le había sido entregado por siete espíritus extraterrestres… (César Vidal Manzanares, Diccionario de sectas y ocultismo, Navarra: Verbo Divino, 1992, p.
234).
Cualquier lector atento y con un
conocimiento básico de religiones, al acercarse al Libro de Urantia se dará
cuenta no sólo de su tediosa e inagotable verborrea —¡2000 páginas a renglón
apretado!—, sino sobre todo de que su contenido es una mezcla de enseñanzas
religiosas y creencias de la Nueva Era, cuyos seguidores toman este libro si no
como su Biblia personal, al menos como uno de sus textos de cabecera.
El Libro de Urantia trata muchos y
variados temas, desde los superuniversos (sic)
y los mensajeros del espacio, pasando por la evolución de nuestro planeta y la
caída de Lucifer, hasta las enseñanzas de los grandes maestros espirituales,
como Confucio, Buda y los profetas de Israel. Pero su sección más novedosa y
singular es la que se dedica a Jesucristo (casi la tercera parte de la obra),
en la que se presenta una versión heterodoxa del evangelio con la presunción de
ser una revelación exclusiva de esta nueva biblia.
En este ensayo presento un análisis
de la cristología del Libro de Urantia, con especial enfoque en la divinidad de
Jesucristo, para que veamos cuán elásticos son los presupuestos con los que
trabajan estas nuevas pseudo revelaciones. En la primera parte describo las
ideas principales de su cristología; y en la segunda, presento un cuadro
comparativo entre estas doctrinas y las de la Biblia (Las páginas de las
referencias y citas de El Libro de Urantia son de la versión rústica, edición
2001).
I. LA CRISTOLOGÍA
URANTIANA
A. EPOPEYA DE CRISTO ANTES DE SU ENCARNACIÓN
El escenario sobre el cual se va a
desarrollar el drama de Jesucristo es el siguiente:
Nuestro hermoso planeta azul no se
llama: “Tierra”, ni es el único habitado en el universo, su verdadero nombre,
conocido hasta antes de la publicación del libro sólo por los extraterrestres,
es: Urantia. Este es el principal
planeta entre 10 millones de mundos habitados, y pertenece a un universo local
llamado: Nebadon. Este universo fue
creado hace 400 mil millones de años y pertenece a un conglomerado de universos
más, pero es especial para nosotros, no sólo porque dentro de él vivimos, sino
porque su creador, una inteligencia superior extraterrestre de nombre Cristo
Micael, hace dos mil años vino a visitar en persona nuestro planeta. Y
precisamente por la obra tan especial que este ser vino a llevar a cabo, Urantia ha pasado a convertirse en el
“templo sentimental de todo el universo de Nebadon” (pp. 1308-1309,
1319).
En cuanto a Jesucristo, he aquí sus
credenciales:
- Nombre oficial: Cristo Micael de Nebadon.
- Edad: indefinida, sólo puede decirse que es el autootorgamiento número 611, 121 del Hijo Eterno.
- Familia: uno de los tantos hijos del Padre del Paraíso.
- Domicilio actual: centro intergaláctico de Salvington, dentro del área del universo local de Nebadon.
- Oficio: Gobernante de su universo local Nebadon, del cual él mismo ha sido creador.
Estos datos indican que Jesucristo
ya existía desde antes de aparecer en Urantia, pero no como Dios supremo, sino
como un poderoso ser intergaláctico, como un Hijo Creador.
Pero las leyes universales
establecen que cada uno de los hijos creadores debe realizar 7
“autootorgamientos” en distintos lugares de los universos de su propia
creación. El propósito de estos autootorgamientos es permitir que estos seres
«se tornen soberanos sabios, compasivos, justos y comprensivos» (p. 1308); y al
mismo tiempo «es parte del precio que cada Hijo Creador debe pagar si quiere
adquirir la soberanía plena y suprema en el universo de cosas y seres por él
creados» (p. 1323).
Cristo Micael ha cumplido
satisfactoriamente sus 7 autootorgamientos, y por ello se ha hecho digno de
recibir los honorables títulos de “Príncipe Planetario de Urantia” y “Director
General del Universo de Nebadon” (pp. 1317, 1319).
Sus autootorgamientos ocurren cada 150 millones de años; el primero se
llevó a cabo hace 1000 millones de años, y el último, apenas hace dos mil años (p.
1309; el libro dice: «mil novecientos años atrás», pero recordemos que se
escribió hacia 1934). Veamos en qué
consistió cada uno de ellos:
* Primer autootorgamiento: Cristo Micael se ausentó de su lugar
cósmico de residencia, por espacio de 20 años (“tiempo estándar”), y se encarnó
entre los hijos melquisedek, de
quienes se ganó su devoción. En esta primera aventura fue acompañado por un omniafín que llevaba credenciales de Uversa (pp. 1309-1310).
* Segundo autootorgamiento: Micael fue asignado al sistema 11, de la
constelación 37, para habitar entre los hijos lalonandek y tomar el lugar del gobernador Lutentia, el cual fue depuesto por haber guiado una rebelión. En
esta travesía Cristo Micael fue acompañado por un terciafín, quien llevaba credenciales de los ancianos de Uversa;
este autootorgamiento duró 17 años (pp. 1310-1311).
* Tercer autootorgamiento: Micael fue al planeta 217 del sistema 87,
de la constelación 61, donde viven los hijos
materiales, a someter otra rebelión; fue acompañado en esta ocasión por un seconafín, también con credenciales
oficiales. Por su valiosa ayuda, Cristo Micael fue amado por todos los
habitantes de ese planeta, quienes nunca volvieron a rebelarse contra él (pp. 1312-1313).
Cabe mencionar que en cada uno de
estos autootorgamientos, Micael encargaba su universo local a su hermano mayor Emanuel, y el mando de las fuerzas
celestiales a Gabriel. Después de
cada autootorgamiento, Micael era ascendido a un nuevo nivel de soberanía y
autoridad; y en el universo de Nebadon se alcanzaba también un avance y un
mejoramiento (p. 1313).
* Cuarto autootorgamiento: acompañado por Gabriel y por un
superserafín, Micael asumió la forma de un serafín y habitó entre los serafines
de Nebadon; ahí sirvió como un “asesor seráfico de enseñanza”, para capacitar a
instructores decanos que funcionaban en 22 mundos diferentes. Luego de esa
misión, fue asignado como consejero personal de un Hijo trinitario, en el mundo
462 del sistema 84, de la constelación 3 de Nebadon. Este período duró 40 años (pp.
1313-1314).
* Quinto autootorgamiento: sucedió hace 300 millones de años, cuando
Cristo Micael, acompañado por Gabriel, se estableció en Uversa, sede central del superuniverso de Orvonton. Allí sirvió durante 11 años bajo el nombre de Eventod, y en la forma de un “espíritu
mortal” (pp. 1314-1315).
* Sexto autootorgamiento: acompañado por un solo serafín y por la Estrella Brillante Matutina de Nebadon,
Micael asumió la forma de un mortal morontial y habitó en el planeta Endantun, sede central de la quinta
constelación. No se conoce información de lo que hizo ahí, pero sólo se cuenta
que su estancia en tal lugar «fue una de las épocas más extraordinarias y
sorprendentes en la experiencia autootorgadora de Micael, sin exceptuar
siquiera su estadía dramática en Urantia [la Tierra]» (p. 1315).
* Séptimo y último autootorgamiento: Gabriel había anunciado a las
inteligencias del universo, que Cristo Micael asumiría la semejanza de la carne
mortal. Luego se dio el aviso de que Micael había seleccionado a Urantia como
el “teatro de su autootorgamiento final”. Este autootorgamiento tenía algo
especial, en los anteriores Micael había aparecido como un individuo
desarrollado, pero en esta ocasión aparecería en Urantia como un indefenso
bebé. Durante este autootorgamiento, todos los ojos del universo local
estuvieron dirigidos hacia Urantia, sabiendo que la lucha que libraría este
Hijo divino paradisíaco sería de gran intensidad, pues todos sabían «de la
rebelión de Lucifer en Satania y de la deslealtad de Caligastia en Urantia». Con todo, llegó el tiempo para que Cristo Micael
apareciera en Urantia en la forma del niño judío Josué ben José (pp. 1316-1317).
Estado postautootorgador de Micael: una vez que hubo cumplido este final y triunfante autootorgamiento, Micael
retornó a su residencia cósmica, donde fue aceptado por los Ancianos de los Días y el Padre Universal como “el gobernante
soberano de Nebadon” (p. 1317).
El tiempo total que duró la carrera
de los siete autootorgamientos de Micael, fue de casi mil millones de años,
“tiempo de Urantia”. Esto fue necesario porque aunque «Micael nació creador,
fue instruido como administrador, capacitado como ejecutivo […] se le exigió
que ganara su soberanía por la experiencia» (p. 1318). En cada autootorgamiento
Micael reveló una manifestación diferente de la divinidad. Pero en ninguno de
sus autootorgamientos Micael reveló al Dios supremo, sino que esto fue revelado
en la suma total de todos sus autootorgamientos (ibídem).
Veamos ahora cual fue el plan de las
inteligencias extraterrestres para el séptimo y definitivo autootorgamiento de
Cristo Micael en Urantia:
Antes de venir a nuestro planeta, y
como en los otorgamientos anteriores, Micael encargó el universo de Nebadon a
su hermano mayor Emanuel; éste, por
su parte, ofreció a su hermanito Micael una serie de consejos que le servirían
como una “guía de encarnación” durante su tiempo en Urantia (p. 1324). He aquí
algunas de las palabras y consejos que le dio:
En primer lugar felicitó a Micael
por haber aceptado someterse a la voluntad del Padre Paradisíaco, ya que en los
anteriores autootorgamientos sólo había querido someterse a la voluntad de las
tres deidades del Paraíso, pero no a la del Padre, en este séptimo
autootorgamiento al fin lo haría (p. 1325).
Luego le recordó a Micael que al
habitar en Urantia, renunciaba voluntariamente a toda ayuda extraplanetaria,
aprendería a depender solamente del Padre Paradisíaco, para conocer por
experiencia propia el significado de la fe-confianza que él mismo exige a las
criaturas de su universo local (pp. 1325-1326).
También que durante su
autootorgamiento en Urantia, como mortal encarnado, Micael no tendría dotes
celestiales; pero el poder del que se despojaba podría ser nuevamente suyo en
cualquier momento en que decidiera reasumir su autoridad universal (p. 1326).
Emanuel encargó mucho a Micael que
cuando hubiera adquirido autoconciencia de su identidad divina, acabara con la
rebelión de Lucifer en Satania, y con
las blasfemias de Caligastia; ya que
—le recordó—, anteriormente cuando tenía poder, por su misericordia Micael no
lo había querido hacer (p. 1327).
También encomendó a Micael que
después de triunfar en Urantia, acepte de Gabriel el título de “Príncipe
Planetario de Urantia”, y tome las medidas necesarias para compensar el dolor y
confusión causados en Urantia por la traición de Caligastlia y la subsiguiente
falta adánica (ibídem).
Se le aconsejó así mismo, que
durante su estancia entre los hombres, Micael actúe como maestro, liberando sus
espíritus, iluminando sus mentes y atendiendo el bienestar físico y la
comodidad material de los mortales (p. 1328).
También deberá revelar a los hombres
la gran verdad que muestra «el logro de que Dios, buscando al hombre, lo
encuentra y el fenómeno de que el hombre buscando a Dios lo encuentra» (ibídem).
Micael debe recordar que aunque
tendrá acceso a sus atributos divinos, se le recomienda no usarlos, porque ello
daría por terminada su encarnación y retomaría automáticamente su personalidad
divina total. Todo esto por un acto de su propia voluntad (p. 1329).
Emanuel, como buen hermano mayor,
también dio algunos consejos prácticos a su hermanito Micael:
Le recomendó apegarse a las
costumbres familiares del tiempo y lugar en que ha eligió aparecer (ibídem).
En materia de orden social, evitar
«todo embrollo con la estructura económica y los compromisos políticos»,
limitándose exclusivamente a la regeneración espiritual y emancipación
intelectual. A las claras le dijo: «dedícate a vivir la vida religiosa ideal en
Urantia» (ibídem).
También le dijo a Micael que se le
permitía identificarse con movimientos religiosos y espirituales de Urantia,
pero tendría que evitar a toda costa establecer un culto u organización
religiosa, ya que su vida y sus enseñanzas debían ser patrimonio común de todas
las religiones y pueblos (p.1330).
Y precisamente, a fin de evitar la
creación de sistemas religiosos, Emanuel aconseja a Micael no dejar ninguna
clase de documentos escritos, no escribir en materiales permanentes y no
permitir que se hagan imágenes ni retratos de él. Le dice: «Asegúrate antes de
tu partida de que no quede nada potencialmente idólatra de tu paso por la tierra»
(Ibidem. Curiosamente aquí se les olvidó a las inteligencias extraterrestres
que nuestro planeta no se llama Tierra, sino: “Urantia”…).
Y un último, pero importantísimo
consejo: aunque en su calidad de hombre sería normal y honorable que Micael
entrara en relaciones conyugales, es probable que no suceda; lo cierto es que
debe recordar el mandato que prohíbe a un Hijo del Paraíso dejar descendencia
humana en cualquier planeta de autootorgamiento (ibídem).
Para todos los demás detalles
(¿dudas o aclaraciones…?), se encomienda a Micael a su Ajustador personal, a
las enseñanzas del espíritu divino y al juicio y razón de su mente humana, cada
vez más amplia. Así, Micael podrá vivir una vida perfecta, aunque no necesariamente considerada como “perfecta” por
otras criaturas, ¡y menos aún por las de Urantia…! (ibídem)
Después del discurso de Emanuel, y
ante la presencia de todo Salvington, Cristo Micael desapareció y no volvió a
ser visto hasta el retorno de su último auto-otorgamiento (ibídem).
B. LA “ENCARNACIÓN” DE
CRISTO MICAEL EN URANTIA
Después de estudiar un informe
especial sobre el estado de los mundos, Micael escogió a Urantia como el planeta donde llevaría a cabo su último
autootorgamiento. Gabriel visitó nuestro planeta y realizó un estudio de los
grupos humanos, escogiendo a los hebreos
como el pueblo que reunía las condiciones para el autootorgamiento de Micael.
Luego, una comisión intergaláctica vino a investigar la vida familiar judía y
seleccionó a tres posibles parejas para el autootorgamiento de Micael. De estas
tres, Gabriel finalmente escogió a José y
María (p. 1344).
1. Los padres de Jesús
El origen de José no se remontaba a
Adán, ni pasaba por David y Salomón, sino que provenía de los sumerios, y se
remontaba hasta el antiguo hombre azul (?). Sus antecesores habían sido
constructores, carpinteros, albañiles y herreros, y él mismo fue carpintero y
contratista (ibídem). José era trigueño de ojos negros, tenía ocho hermanos y
hermanas, era de temperamento dulce y muy escrupuloso; hablaba poco, pero
pensaba mucho, y era muy fiel a las prácticas religiosas. Cuando era joven fue
contratado por el padre de María para hacer una ampliación a su casa, allí
conoció a María, y después de dos años de noviazgo se casó a la edad de 21 años
con ella (pp. 1348-1349).
En cuanto a María, ésta no era
judía, sino una mezcla de sangre siria,
hitita, fenicia, griega y egipcia, y descendiente de mujeres ilustres de la
antigüedad como Betsabé, y una tal Ratta (p. 1345). María era rubia de ojos
cafés, era una buena tejedora y llegó a ser una excelente ama de casa. Ella era
muy alegre y platicadora, pero sobre todo optimista y decidida (pp. 1348-1349).
Toda esta combinación de razas y
dotes de personalidad hicieron de José y María la pareja ideal para el
autootorgamiento de Micael (ibídem).
Gabriel anunció a María que tendría
un hijo de José por mandato del cielo, el cual inauguraría el reino de Dios en
la tierra. Cuando José se enteró se perturbó, preguntándose: «¿cómo es posible
que un hijo de seres humanos fuera un hijo de destino divino?», sobre todo por
el hecho de que los judíos no esperaban que el liberador fuera de naturaleza
divina. La anunciación ocurrió un día después de la concepción de Jesús, y fue
el único acontecimiento sobrenatural del embarazo y alumbramiento del hijo
prometido (pp. 1346-1347).
2. El nacimiento de Jesús
Jesús no descendía del linaje de
David, más que culturalmente, no era el liberador de los judíos ni el ansiado
Mesías, sino el liberador del mundo (p. 1347). Se intentó atribuir a Jesús las
profecías mesiánicas del Antiguo Testamento mucho tiempo después de su vida
mortal en la tierra. Incluso, pasajes del A.T. fueron modificados y alterados
para que se conformaran a los hechos de la vida terrestre de Jesús. Por
ejemplo, la profecía de “una mujer dará a luz” se cambió por “una virgen dará a
luz” (p. 1348).
«No era necesario que María fuera a
Belén para registrarse, pues José tenía autoridad para registrar a toda su
familia, pero María, siendo una persona enérgica y que amaba la aventura, insistió
en acompañarle» (p. 1350).
Durante el trayecto pernoctaron en
el monte Gilboa, y allí durante toda la noche José y María platicaron sobre
quién llegaría a ser su hijo. José lo veía como un maestro espiritual y María
como un Mesías liberador de la nación hebrea (p. 1351).
Por fin, a las 12 del día, del 21 de
agosto del año 7 a.C. nació en Belén Josué ben José, mejor conocido como Jesús. Nació «de la misma manera que
todos los niños que antes y desde entonces han llegado al mundo» (ibídem).
En esa hora los serafines de Urantia
cantaron himnos de gloria sobre Belén, pero estos cantos no fueron detectados
por oídos humanos. No hubo pastores ni ninguna otra persona que fuera a rendir
homenaje al recién nacido, hasta el día en que llegaron ciertos sacerdotes de
Ur. Éstos fueron avisados por un vidente de su país que en Israel estaba a
punto de aparecer la luz de la vida en la forma de un pequeño niño. Pero no
hubo ninguna estrella que guiara a esos hombres hasta Belén, esa leyenda surgió
porque en ese mismo año ocurrieron al menos tres conjunciones planetarias, pero
en diferentes fechas (p. 1352).
3. La Infancia y juventud de Jesús
Durante los años de la infancia y
adolescencia de Jesús no ocurrió nada extraordinario, creció como cualquier
otro niño normal, con la única diferencia de que fue un niño que destacó por su
aguda inteligencia. De los 5 a los 10 años de edad, «Jesús no hacía más que
preguntar» (p. 1358). Fue también un período en el que el joven Jesús comenzó a
aprender diversas disciplinas. A los 6 años comenzó a estudiar las flores, las plantas
y las estrellas (p. 1360). A los 7 años empezó sus estudios en la sinagoga (p.
1363). A los 8 aprendió matemáticas y música, más tarde hasta se convertiría en
un virtuoso arpista; también se despertó su interés por la geografía y la
astronomía (p. 1364). A los 9 comenzó a pintar paisajes y a hacer figuras de
arcilla, no obstante, esto le acarreó un fuerte choque con los ancianos de la
sinagoga, quienes lo acusaron de idolatría y lo consideraron sacrílego y
blasfemo; por lo que Jesús tuvo que abandonar su afición (pp. 1366-1367). A los
10 años comenzó a interesarse por temas «culturales, educacionales, sociales,
económicos, políticos y religiosos», y también en la agricultura y la industria
pesquera (p. 1369).
A los 11 años adquirió conocimientos
sobre asuntos internacionales, y empezó a acompañar a su padre a viajes de
negocios. En la ciudad de Escitópolis quedó maravillado ante el hermoso templo
dedicado a los dioses paganos; y también asistió a los juegos olímpicos y
demostraciones de fortaleza física. Tan impresionado quedó Jesús con la cultura
griega que hasta sugirió a José que promovieran en Nazaret la construcción de
un anfiteatro. Su padre tuvo que reprender a Jesús severamente: «¡Que no te
oiga nunca más en tu vida expresar pensamientos tan protervos hijo mío!» (pp. 1370-1371).
En el año 12 Jesús comenzó a trabajar
en el taller de carpintería de su padre, pero fue también el período en el cual
comenzó a experimentar inseguridad y hasta dudas con respecto a la naturaleza
de su misión (p. 1371).
Poco antes de cumplir los 13 años,
Jesús se graduó de la escuela de la sinagoga y emprendió junto a sus padres su
primer viaje a Jerusalén. En el camino se le apareció un mensajero celestial
que le dijo: «Ha llegado tu hora. Ya es tiempo de que comiences los asuntos de
tu Padre» (pp. 1374-1376).
Al llegar al templo de Jerusalén,
Jesús quedó extasiado por la belleza del edificio y por las multitudes de
fieles que acudían a él. Pero ya dentro del templo comenzaron sus desilusiones.
Le molestó que todos los ritos se ofrecieran para aplacar la ira de un Dios
severo, y su disgusto se hizo mayor cuando pasó al área del templo donde se
oficiaban los sacrificios de animales. «El piso manchado de sangre, las manos
ensangrentadas de los sacerdotes y el balido de los animales agonizantes era
más de lo que podía soportar ese muchacho amante de la naturaleza. El terrible
espectáculo descompuso al joven nazareno, aferrando la mano de su padre le
imploró que se lo llevara de allí» (p. 1378).
Por la noche Jesús celebró la Pascua
con su familia, pero después de todo lo visto en el templo, Jesús comenzó a
concebir la idea, que instituiría más tarde, de celebrar una Pascua incruenta,
es decir, sin cordero pascual (p. 1379).
Al siguiente día discutió con los
escribas y maestros en el templo, y los desafió con las siguientes preguntas:
- ¿Qué es lo que hay realmente en el santo de los santos, detrás del velo?
- ¿Por qué las madres de Israel deben separarse de los creyentes varones en el templo?
- Si Dios es un padre que ama a sus hijos, ¿por qué tanta matanza de animales para ganar el favor divino?
- Puesto que el templo está dedicado al culto del Padre celestial, ¿no resulta incongruente permitir allí la presencia de los que se dedican a los negocios y comercios seculares?
- ¿Será el esperado Mesías un príncipe temporal que ocupe el trono de David, o será más bien la luz de la vida, en el establecimiento de un reino espiritual? (p. 1382).
En su año 14, Jesús sufrió la
pérdida de su padre José, y tuvo que hacerse completamente cargo del hogar (p.
1388). En su año 15, Jesús compuso su famosa oración del “Padre Nuestro”;
asimismo, al leer el libro apócrifo de Enoc, le vino la idea de tomar como
sobrenombre el título de “Hijo del Hombre”, porque estaba convencido de que él
sería un maestro espiritual y no el Mesías esperado por los judíos (p. 1390).
En su año 16 se afirmó en su papel
de padre-hermano de su familia; y en el año 17 fue invitado por un grupo de
zelotes a formar parte de su partido, y aunque María lo animaba a ello, pues
creía que sería el libertador de Israel, Jesús rechazó la invitación (pp. 1395-1398).
En su año 18 Jesús ingresó al club filosófico de Nazaret, y pasó unos días con
su primo Juan, al que no volvería a ver hasta el día de su bautismo; también
sufrió la pérdida de su hermanito menor Amós (pp. 1399-1400).
En su año 19, cuando Jesús ya era un
apuesto joven, una chica de la aldea, llamada Rebeca, se enamoró profundamente
de él. La hermana y la madre de Jesús trataron de desanimar a la chica de su
interés por Jesús, pero ella persistió y pidió a su padre que hablaran con
Jesús. Así lo hicieron, pero Jesús cortésmente le explicó a la chica que por
motivos familiares y personales no podía aceptar un compromiso conyugal (pp. 1402-1403).
En el año 20, Jesús visitó a sus
amigos Lázaro, Marta y María, a quienes había conocido desde su primera visita
al templo años atrás, y con ellos instituyó una Pascua sin cordero, porque la
celebración tradicional le parecía un rito infantil y carente de significado (p.
1404). En su año 21 logró combinar adecuadamente sus dos naturalezas, la humana
y la divina, en una sola: Jesús de Nazaret (p. 1407). En su año 22, Jesús pasó
la carga del hogar a su hermano Santiago y él pudo salir a trabajar a otros
lugares, donde pudo entrar en contacto con los gentiles (p. 1410).
En su año 23 Jesús fue a Jerusalén,
como lo había venido haciendo cada año, y ahí conoció a un joven de nombre Esteban,
éste quedó impactado con la enseñanza de Jesús, y años después llegó a
convertirse en el primer mártir de la iglesia cristiana (p. 1411). En su año
24, unos judíos de Alejandría le propusieron a Jesús irse a radicar a aquella
ciudad para convertirse en un maestro religioso, pero Jesús declinó la
invitación (pp. 1413-1414). A los 25 años, Jesús llevó a Jerusalén a su hermano
Judá para consagrarlo, pero éste, que era muy patriota, se metió en un lío con
las autoridades romanas, y fue a dar a la cárcel junto con Jesús; no obstante,
Jesús abogó por él y finalmente los dejaron en libertad (pp. 1415-1416).
Durante su año 26, Jesús se hizo más
consciente del amplio poder potencial que tenía, en él se escondían todos los
tesoros de la sabiduría; por ejemplo, una vez hasta llegó a decir: «Sea yo
quien fuere y sea cual fuere el poder que yo pueda ejercer o no, he estado
siempre y siempre estaré sujeto a la voluntad de mi Padre Paradisíaco» (p. 1417).
Su año 27 fue el de su partida del
hogar, Jesús se trasladó a Capernaum
y allí vivió y trabajo con un amigo de su padre llamado Zebedeo, el cual tenía
tres hijos varones: Santiago, Juan y David. Los dos primeros llegarían a ser
sus fieles discípulos y parte del grupo de los doce apóstoles (pp.1419-1421).
El año 28 Jesús abandonó Capernaum y se dirigió a Jerusalén; le pidió a Juan
que se encargará de enviarle dinero a su madre María, del fondo de ahorro que
había logrado en su año de trabajo con ellos. Ya en Jerusalén se entrevistó con
el sumo sacerdote Anás, quien era pariente de la madre de Juan, y Anás y Jesús
se hicieron buenos amigos (pp. 1421-1422).
4. Los años de iluminación, transición y bautismo de Jesús
El año 29 fue el más importante en la vida de Jesús, porque en él emprendió un viaje por el mundo romano y Babilonia, y le sirvió para completar su comprensión de comportamiento del ser humano. A su familia Jesús le hizo creer que tan sólo se iba a Alejandría, y de este viaje secreto nadie supo más que Zebedeo el fabricante de botes (pp. 1423-1424).
Este viaje fue determinante para
Jesús, porque antes de realizarlo, Jesús «era aún el carpintero de Nazaret, el
constructor de barcas de Capernaum, el escriba de Damasco; aún era el Hijo del
Hombre. Todavía no había logrado el completo dominio de su mente humana; el Ajustador aún no había dominado y
equiparado plenamente la identidad mortal. Aún él era un hombre entre los
hombres» (pp. 1424-1425). Pero durante su año 29 Jesús alcanzó el ápice de su
experiencia religiosa humana, la cual quedó completa el día de su bautismo en
el Jordán (p. 1425).
Su viaje de iluminación Jesús lo
emprendió en compañía de dos viajeros de la India: Gonod y su hijo Gonid. Jesús
viajó como instructor personal del joven indio, aprendió el idioma de ellos, y
hasta tradujo algunos textos del griego al hindú. Esta experiencia también
sirvió a Jesús para entrar en contacto con el pensamiento de la India y del
oriente (p. 1427).
En Jope, Jesús le dio un discurso sobre el bien y el mal a un joven
filisteo. Le explicó que «el mal es sólo es la inadaptación de la inmadurez o
la influencia disociadora y distorcionadora de la ignorancia… El mal es lo
tenebroso y lo falso y, si se le abraza conscientemente y se le endosa
voluntariamente, se convierte en pecado» (p. 1429).
En Cesarea, Jesús conoció a un mercader de Mongolia, éste hombre, que
era taoísta, quedó muy impactado con las enseñanzas de Jesús, y al regresar al
oriente comenzó a propagarlas, dando como resultado que su hijo mayor se
convirtiera ¡en un sacerdote taoísta…! (pp. 1429-1430)
También en Cesarea, a un joven que
trabajaba en un astillero, quien se quejaba de que su jefe lo trataba mal,
Jesús le dijo: «tal vez los Dioses han puesto este hombre equivocado cerca de
ti para que lo conduzcas por un mejor camino» (p. 1430). El joven Ganid
preguntó a Jesús cuál es la voluntad de Dios, a lo que Jesús contestó: «hacer
la voluntad de Dios… es la experiencia progresiva de llegar a parecerse cada
vez más a Dios» (p. 1431).
Al llegar a Roma, Jesús y los dos hindúes fueron a entrevistarse con el
emperador Tiberio, tal fue el impacto que Jesús causó en el monarca, que cuando
Jesús se marchaba, Tiberio le dijo a su ayudante: «Si tuviera yo el porte real
de ese tipo y sus elegantes maneras, sería un verdadero emperador, ¿verdad?» (p.
1455)
Los años 30 y 31 en la vida de Jesús
fueron los años de transición hacia lo que sería su ministerio público; no
obstante, en el año 31 sucedió uno de las pruebas más duras de Jesús porque
tuvo que enfrentarse contra las oscuras fuerzas del mal. Estando en el Monte
Hebrón, solicitó a su Padre que le permitiera tener, en carne humana, una
conferencia con Lucifer, príncipe de
Satania, y Caligastlia, el príncipe
planetario. El Padre Paradisíaco aceptó la solicitud, y esos dos poderosos
seres se le presentaron a Jesús en forma visible. Jesús los confrontó con
palabras poderosas como éstas: «Que la voluntad de mi Padre del Paraíso
prevalezca, y que tú, mi hijo rebelde, seas juzgado de acuerdo con las leyes
divinas, por los ancianos de los Días. Yo soy vuestro padre-Creador, no puedo
juzgaros con justicia, y ya habéis desdeñado mi misericordia. Os remito a los
jueces de un universo más grande». Después de tal confrontación, las fuerzas
del mal quedaron derrotadas (pp. 1493-1494).
Después de esto, y por fin, a los 31
años y medio, Jesús fue bautizado por Juan en río Jordán. Con este acto Jesús
alcanzó la plenitud de la comprensión de las criaturas humanas. En seguida
Jesús se fue al desierto por un período de 40 días, pero no para ayunar, ni ser
tentado por más diablos, sino para encontrarse con el ejecutivo en jefe de su
universo: con Gabriel. Éste le dijo que ya había cumplido con los dos
propósitos por los que había venido a Urantia: el primero, derrotar al príncipe
de Satania, lo cual ya había logrado en el Monte Horeb; el segundo, adquirir el
pleno conocimiento de sus criaturas humanas, lo cual alcanzó en su bautismo en
el Jordán. Ya todo estaba cumplido, podía regresar a su residencia celestial,
o… permanecer en Urantia para seguir con el mejoramiento de sus criaturas
mortales. En caso de quedarse unos años más, se le ofrecían dos caminos para
llevar a cabo su labor:
Plan A: Su propia senda —«La senda
que pudiera parecerle más agradable y fructífera desde el punto de vista de las
necesidades inmediatas de este mundo y de la edificación presente de su propio
universo».
Plan B: La senda del Padre —«La
ejemplificación de un ideal a largo plazo en cuanto a la vida de las criaturas,
visualizada por las altas personalidades de la administración Paradisíaca del
universo de los universos».
Después de meditarlo detenidamente,
y por consejo de su hermano Emanuel, Jesús finalmente se decidió por la segunda
opción, y así determinó quedarse en Urantia y seguir ayudando al mejoramiento
de sus criaturas. «Así vivió pues el resto de su vida terrestre, siempre fiel a
esa resolución. Hasta el amargo fin, invariablemente subordinó su voluntad
soberana a la de su Padre celestial» (pp. 1510-1515).
II. CONFRONTACIÓN
BÍBLICA
Como podemos ver, según el Libro de Urantia, lo más importante en la vida de Jesús se llevó a cabo hasta el día de su bautismo, todo lo demás es un “bono extra” y carece realmente de importancia comparado con lo que ya Jesús había logrado hasta ese momento. Pero el Libro sigue adelante con sus supuestas revelaciones, porque, según leímos, Jesús optó por continuar unos años más haciendo labor entre los hombres; de hecho, murió unos seis años más tarde, a la edad de 37 años.
Así, pues, la siguiente sección del
Libro de Urantia no es sino un burdo plagio y deformación del ministerio de
Jesús según lo relatan los evangelios. Y pareciera que se trata más bien de un
“anti-evangelio”, porque contradice prácticamente todas las enseñanzas
principales de los libros canónicos.
En cuanto a lo expresado en la
sección anterior, es evidente que todo cae por su propio peso, en primer lugar,
porque hay evidencia bíblica que respalde las cosas asentadas en el Libro de
Urantia sobre la niñez y juventud de Jesús; y en segundo lugar, porque el Libro
no ofrece ninguna evidencia histórica o documental sobre sus datos, sino que
todo lo basa en supuestas revelaciones extraterrestres que, por cierto, también
se contradicen unas con otras.
Ahora presento los contrastes entre las
doctrinas de El Libro de Urantia (L.U.) y las enseñanzas de la Biblia:
El L.U. sostiene que hay muchos dioses; la Biblia enseña que sólo
hay un Dios verdadero (Is. 42:8; 44:8; 45:21).
El L.U. enseña que Jesús existía
como un ser extraterrestre llamado Micael;
la Biblia habla de la pre-existencia de Cristo, pero como el Hijo unigénito de
Dios, y no como un ser subordinado o creado (Jn 17:5, 24; I Pe 1:20).
El L.U. enseña la doctrina de la reencarnación, pues presenta a Jesús
como la encarnación número 611 121 del Hijo Eterno; pero la Biblia no enseña la
reencarnación ni para los hombres ni para Dios, el cual se encarnó una única
vez en la persona de Jesús de Nazaret, y después de su muerte regresó a la
diestra del Padre (I Tm 3:16; Col 3:1).
El L.U. dice que Jesús mediante
siete autootorgamientos, o encarnaciones voluntarias, tuvo que ganarse el
mérito de ser el gobernador de su propio universo; esto es contrario a las
Escrituras que nos muestran que Jesús es Rey de reyes y Señor de señores (I Tm
6:15; Ap 19:16).
El L.U. dice que Jesús no fue concebido por obra del Espíritu
Santo, esto va contra la Bilia que lo afirma (Lc 1:35).
El L.U. enseña que Jesús durante su
estancia en la tierra no tuvo dones divinos; pero la Biblia da muchos ejemplos
de que él sí contó con esos dones y los usó para realizar muchos milagros (Mt
11:3-6; Hch 10:38).
El L.U. enseña que Jesús cometió
desde su temprana infancia pecados de idolatría y mundanalidad; pero la Biblia
dice que Jesús no cometió pecados de ninguna clase (II Cor 5:21; Heb 4:15; I Pe
2:22).
El L.U. dice que Jesús recibió toda
su sabiduría de fuentes meramente humanas; la Biblia enseña que él en su
calidad de Dios sabía todas las cosas, y no necesitaba que nadie le enseñara
(Jn 2:24-25).
El L.U. presenta a un Jesús lleno de
dudas e inseguridad con respecto a su identidad divina y su misión sobre la
tierra; pero la Biblia muestra que al menos desde sus doce años Jesús fue
consciente de esta identidad y nunca tuvo dudas sobre su misión (Lc 2:49; Jn
4:34).
El L.U. dice que Jesús no fue el Mesías esperado por los judíos; pero en
la Biblia vemos que Jesús sí se reconoció como el Ungido de Yahveh que cumplía
todas las profecías que se dieron en las Escrituras sobre él (Lc 4:17-21;
24:27, 44).
El L.U. dice que Jesús no vino a la
tierra a revelarnos al Dios supremo; pero eso es precisamente lo que dice la
Biblia que Jesús hizo (Jn 1:14; 14:9).
El L.U. presenta a un Jesús que
ofrece muchos caminos para conocer la verdad; pero en la Biblia Jesús dice: «Yo
soy el Camino, y la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre, sino por mí» (Jn
14:6).
El L.U. enseña que para Jesús el
pecado era algo irreal, la simple inmadurez e ignorancia del ser humano; pero
en la Biblia el pecado es algo real, es la maldad y oposición deliberada del
ser humano contra Dios, de la cual todos los hombres somos culpables (Ro
3:10-20).
El L.U. enseña que Jesús venció al
diablo regañándolo como uno de sus hijos malcriados; pero la Biblia enseña que
fue a través de su obra redentora consumada en la cruz y su resurrección que lo
logró (Heb 2:14; Col 2:14-15).
El L.U. nos presenta el propósito de
Cristo al venir a la tierra como un acto meramente egoísta, pues le era
necesario hacerlo para ascender al nivel de regidor de su universo; el L.U.
nada habla de la salvación de los hombres del pecado y de la condenación
eterna, porque esto es inexistente en la “teología” de este libro. La Biblia dice,
en cambio, que precisamente el propósito por el cual el unigénito Hijo de Dios
vino a la tierra fue para salvar a los hombres de sus pecados y ofrecerles la
salvación eterna (Jn 3:16; 4:24 Lc 19:10).
Conclusión
Es evidente que el autor, o los
autores, del Libro de Urantia niegan la obra salvadora de Cristo y la sustituyen
por un mendrugo de pan. En esta pseudo revelación, Jesucristo no es Dios, sino
un ser extraterrestre despistado, que tiene que ser orientado por su hermano
celeste mayor; un mandadero cósmico de los dioses, que tiene que ser
acompañado a los mandados por diversos
seres angelicales; un personaje trasnochado que al aterrizar en nuestro planeta
se encontró totalmente aturdido y confundido, sin saber exactamente quién es y
qué carambas había venido hacer aquí a la Tierra, o a Urantia…
Concluyo, pues, que el Libro de Urantia
es una descarada burla al evangelio de Jesucristo; además, como supuesta revelación
divina es absurda, y como novela de ficción es una obra bizarra. Sin embargo,
este libro, como muchos otros que han surgido para obscurecer la revelación
cristiana, hace que la luz de la Biblia brille aún más como fuente veraz y
confiable para conocer la salvación que Dios nos ha regalado a través de
Jesucristo.
EL LIBRO DE URANTIA
Illinois: Urantia Foundation, 2001
2099 págs.
El Libro de Urantia especifica que la salvación y el perdón es por amor, el perfecto amor que destruye el pecado. Que la muerte en la cruz fue la mas grande demostración de amor y obediencia al Padre, no específicamente por la deuda del pecado. Que con solo pedir a Jesus con honestidad, Él te perdona por puro amor. Nadie debe pagar por otros, menos un inocente como Jesus.
ResponderEliminarEl L.U. indica que Jesús es Dios, el creador, y es Hijo de Dios, y aunque tiene toda potestad como Dios aun así Él escucha el consejo de seres celestiales, que Él ya tenía todo poder y autoridad, obtenido por ser Hijo de Dios, pero debe vivir como sus criaturas en las misma condiciones, así obtiene el titulo de Soberano, es como ser un príncipe, con todos los privilegios y autoridad, pero decides ir hasta el ultimo de los habitantes del reino y saber exactamente en carne y huesos sus su vida y te comprende porque sabe q es ser hombre. El puede en cualquier momento declarar su soberanía, pero decide seguir el protocolo de no solo ser Dios por derecho sino también vivencia de lo que viven sus criaturas. Creo que no podrías decir que fácil es ser Dios y estar allá arriba y no sabes por lo que yo estoy pasando, pero el si lo sabe porque lo vivió.
Lógico que al llegar a la tierra siendo un bebe, luego un niño, luego adolescente, no sabe de inmediato quien es, ni cual es su misión, sino no sería un niño humano, y no estaba aturdido, era muy listo, simplemente fue un proceso gradual, junto a las revelaciones que tuvo, cuya momento cumbre fué el bautismo donde el Padre lo llama Hijo y el reconoce a su Padre, allí el ya esta 100% seguro de su naturaleza y misión. Al momento del bautismo ya era adulto y ya había cumplido el proposito de ser hombre, luego se dedica a hacer su otras misiones, como el ministerio del evangelio y mostrar como es vivir bajo la voluntad de un Padre que no puedes ver y al cual debes creer por fé.
Jesús vivió dependiendo del Poder de Espiritú y no de su propio poder, porque si has leído en la Biblia en muchas partes dice :Y el Espiritú estaba con Él para sanar...significa, que el dependía del Espiritú de Dios para hacer los milagros, El mismo dijo: nada hago por mi propia cuanta sino que el Padre esta en Él y Él en el Padre, por lo que fueron hechos por el Padre a travez de Jesús, no es que Jesús no quería hacer milagros, es que Él prefería convencer a las personas de la verdad por medio de su ejemplo y sus palabras, no quería ganar la atención de la gente, por medio de actos sobrenaturales, El decía a las personas tu fé te ha salvado, y pudo haber dicho yo te he sanado, pero era la fé en Jesús y la voluntad del Padre lo que hacía el milagro. Él no uso sus super poderes, sino que mostró como hacer las cosas con nuestras propias limitaciones. El limitó al máximo su poder y vivió como un ser humano, siendo Dios.
El libro de U. no se burla del evangelio, lo acredita y lo realza, expresa gran respeto por los hombres de Dios que trataron de escribir lo mejor que pudieron los libros de la Biblia dando explicaciones lógicas de las incoherencias y dejando tanto a la Biblia como el nombre de Dios en alto ante los ataques que hoy sufre el evangelio y Dios mismo.
No puedo demostrar que el libro es verdadero, ni yo lo se, pero te digo que si lo lees con objetividad encontrarás que no todo lo que has dicho es cierto, yo creo que si una persona ama a Dios y a su prójimo, y busca día a día alejarse del pecado y hacer la voluntad del Padre, pues no necesita leer este libro, porque ese es el objetivo del mismo, y si así ya lo estas haciendo, pues creo que vas por buen camino, pero este libro siempre estará abierto para aquellos que deseen leerlo, y la Biblia siempre tendrá su lugar como el libro que contiene las grandes verdades espirituales para todas las generaciones, y Espíritu de Dios las revela a quienes las buscan.
Estas conclusiones no me parecen coherentes, primero antes que nada al contrastar el Libro de Urantia con los Libros Canónicos, ya das por sentado que éstos últimos son ciertos, sin más prueba que la sola palabra de la Iglesia Católica (que de hecho, sigue siendo iglesia de hombres, capaces de pecados como los de matar creyéndose justificados por la fé, como los templarios, o incluso la pederastía, como numerosos casos actuales).
ResponderEliminarAdemás, muchos adjetivos como los de "extraterrestre despistado", "mandadero cósmico", "personaje trasnochado, aturdido y confundido" dan cuenta de que lejos de valorar la obra sublime de Salvación de Jesús, relatada en el libro de Urantia, te ríes de ella y la desprecias de entrada, a la primera lectura, tal como los fariseos despreciaron la palabra de Jesús por oponerse a los Libros de Moisés.
Urantia logra explicar con acabadao detalle y sublime descripción, lo que la Biblia se queda corta, por lo que me animo a decir que brilla más que la propia Biblia, y demuestra que esta generación humana ya está preparada para un conocimiento más avanzado de la obra divina, aunque siempre habrán los que no quieran (o sepan) reconocer a su verdadero Salvador, atrapados en una figura de Mesías poco coherente y consistente con los conocimientos que ya contamos del universo. Tal como ocurrió en el pasado, vuelve a ocurrir.